La raza bovina de lidia, comúnmente conocida por «toro bravo«, es seña de identidad de la península ibérica desde hace muchos años.

Una de las marcas o denominaciones que solo existe en Cádiz es la famosa «Ruta del Toro», llamada así por la cantidad de ganaderías de toros bravos que ha habido, y hay hoy en día, entre Jerez de la Frontera y Algeciras.

La provincia de Cádiz es una zona de gran importancia a la hora de la cría del toro de lidia a lo largo de la historia, y los espacios naturales que se utilizan y conservan gracias a esta actividad ganadera gozan de una tranquilidad, calidad y cuidados, que hacen que se conviertan en espacios únicos a nivel medioambiental, donde la convivencia de diferentes especies se da, a diferencia de otros espacios, gracias a las características de comportamiento, manejo y alimentación del ganado bravo. Realmente son auténticas defensas de la naturaleza.

La Campiña, La Janda, La Sierra, Los Alcornocales son espacios donde habita el toro bravo y, donde este tipo de ganadería, extensiva (viven en grandes espacios y sin estabular), aporta una personalidad que atrae, sin lugar a dudas, a toda persona que recorra la provincia, ya sea aficionada a los festejos taurinos o no (hay muchos tipos de festejos y muy variados que no es el caso ahora de matizar).

Hay otras denominaciones de espacios singulares que también empiezan por «Ruta…», como la histórica «Ruta de la Plata», u otras como la «Ruta del Vino», «Ruta del Agua», o fuera de España la conocida «Ruta 69» en EEUU, pero la «Ruta del Toro» está solamente en Cádiz, y el potencial natural, animal y cultural que tiene sigue siendo un gran desconocido en un porcentaje muy alto.

En «Aprende de Toros» nos dedicamos a mostrar ese potencial, a explicar cómo se cría este animal único, y a ofrecer información de máxima calidad, in situ, a toda persona que quiera cultivar su mente. No queremos aficionar a nadie a los festejos taurinos, pero sí queremos mostrar la realidad, explicar qué ocurre los 365 días del año en el campo bravo, y poner en valor una actividad ganadera muy desconocida.

El toro bravo vive en el Parque Natural de los Alcornocales, en un espacio mágico, en la ganadería de «Salvador Gavira García», rodeados de agua, al estar en pleno embalse de Barbate; vive entre arrozales (otro gran desconocido para muchos, el arroz de Cádiz) en la ganadería de «Rehuelga», en la zona de La Janda; o vive en zonas de la sierra o en La Campiña ofreciendo una riqueza y peculiaridad paisajística que sería difícil de imaginar sin toros, vacas y becerros pastando a los lados de la carretera.

El toro bravo es un animal único, que no está en peligro de extinción (por ahora) porque existen festejos taurinos y, al contrario que el resto de animales que sí están en peligro de extinción, son los propios humanos (algunos) los que quieren acabar con él limitando o erradicando para lo que este animal existe. Es algo tan curioso como lo es el comportamiento del ser humano a lo largo de la historia (y sobre todo en la más reciente), que lucha por detener ciertos comportamientos para salvar animales que pueden desaparecer para siempre pero, en cambio, un animal tan peculiar, único por su comportamiento y morfología, que habita en nuestras tierras y da trabajo a generaciones de familias, por un enorme desconocimiento, queremos que desaparezca.

El toro de lidia, que todavía no está en zoológicos, lo podemos conocer en su hábitat natural en multitud de zonas de la provincia de Cádiz, viviendo en libertad (semilibertad mejor dicho, al igual que nosotros; ya nadie vive en libertad en este mundo), rodeado de espacio, ayudando a mantener y preservar zonas naturales y, su cría, manejo, alimentación, controles sanitarios, selección, y un largo etcétera, no deja indiferente a nadie.

La lidia es litigar, luchar, jugar; y el toro de lidia existe porque hay juegos, luchas, litigios con el toro; pero esos juegos, luchas y litigios son únicamente fuente y resultado de sentimientos y sensaciones, y explicar por qué alguien siente algo por alguien o algo, es tan difícil que solo las mentes cultas y abiertas pueden entender y respetar. Por ello, nuestro trabajo es atender a personas con la mente abierta con ganas de cultivarla. El resultado de ese conocimiento dará lugar a criterios de opinión objetivos.

El respeto que tenemos al toro de lidia es tan grande y tan espiritual, que si no fuera así nos dedicaríamos a algo mucho más sencillo.

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