Cada vez son más las personas que opinan que Cádiz no tiene otra salida económica que convertirse en una ciudad turística. Pero, ¿qué hace falta para que lo sea?… Aunque hay gente convencida de que ya lo es, la realidad es que para que Cádiz pueda convertirse en un destino turístico sostenible, o sea, duradero en el tiempo sin agotamiento ni deterioro de los recursos y respetuoso con su patrimonio, aún queda bastante camino por recorrer. Y ese camino, que inevitablemente pasa por la planificación, tiene básicamente dos direcciones:
La primera hacia los propios gaditanos, los anfitriones. Hace falta concienciación de la ciudadanía hacia el turismo como fuente de riqueza, empleo e intercambio cultural. Hace falta que los gaditanos valoremos y conozcamos nuestra ciudad para que entendamos por qué la valoran y la quieren conocer otros.
Hace falta acometer mejoras que hagan Cádiz más accesible, limpia, cómoda, viva, agradable y bien señalizada, porque eso nos beneficia en primer término y de forma permanente a los gaditanos y en segundo, y durante el tiempo que dure su visita, a los turistas. Para todo ello es necesario un desarrollo turístico equilibrado, no superar la capacidad de acogida de la ciudad y conseguir que los vecinos seamos conscientes de los beneficios que conlleva ser anfitriones y estemos orgullosos de serlo. En caso contrario, si sólo sufrimos las incomodidades de la masificación de la ciudad a manos de los forasteros y se instala entre nosotros la sensación de que todos los esfuerzos y las mejoras urbanas van enfocadas al turista para convertir Cádiz en una especie de decorado o parque temático, comenzarán a producirse situaciones y sentimientos de rechazo hacia quienes nos visitan y hacia cualquier acción, empresa, producto o actividad que fomente su llegada.
La segunda dirección apunta hacia la promoción y la gestión. Para que Cádiz haga del turismo el motor de su economía debe entre otras cosas destacar sobre otros destinos turísticos y para que esto ocurra debe ofrecer al que nos visita algo auténtico y diferente; una oferta complementaria de calidad que envuelva sus potencialidades (en nuestro caso sol, playa y cultura) hasta convertirla en un producto completo, atractivo y único.
Por desgracia, Cádiz parece haber decidido utilizar como factor diferenciador la gratuidad de su oferta cultural y de sus servicios y actividades turísticas (macro-conciertos gratuitos, visitas gratuitas, actuaciones gratuitas, etc.). Es una opción, pero como ya han podido constatar otros destinos que apostaron por lo gratis y el todo incluido, no es la mejor.
La creciente oferta gratuita municipal de nuestra ciudad choca frontalmente con conceptos como calidad, competencia, generación de riqueza, empleo, diversidad, innovación, intercambio cultural, turismo sostenible, etc. Desde hace algunos años se está primando la cantidad sobre la calidad y eso a la larga trae problemas. Algunos ya han llegado: cierre y/o frenazo de algunas iniciativas privadas, escaso desarrollo del mercado/oferta especializada, banalización de la oferta, público mal acostumbrado, etc. Parecen interesar más los miles de visitantes que lo que aquí dejan y lo que de aquí se llevan. Para comprobarlo basta echar la vista atrás y hacer balance de los dos últimos veranos donde prácticamente no había un solo día sin oferta gratuita municipal.
La promoción hacia el consumidor final, el turista, debe servir para que éste conozca que el producto existe y lo considere como una opción de compra. Pero, si el Ayuntamiento regala el producto… ¿qué tipo de promoción turística de Cádiz está realizando?, ¿no estamos restando valor a nuestra propia oferta?…
Pero que nadie piense que la opción elegida por la ciudad para diferenciarse, la gratuidad, es la más barata. Todo lo contrario. Todo el gasto recae en las arcas municipales. O sea estamos “invitando” a cultura y ocio, porque lo pagamos entre todos, a todo el que venga a Cádiz a pasar unos días de verano. Así somos de espléndidos.
¿Es esto necesario?, ¿favorece el desarrollo de un tejido empresarial especializado?, ¿favorece el empleo?, ¿favorece la innovación en el sector?, ¿favorece la calidad?, ¿favorece la concienciación ciudadana?, ¿es sostenible?… y sobre todo: ¿puede algún responsable explicar, argumentar y responder a la pregunta que deberían haberse hecho a la hora de planificar tal oferta?: ¿Para qué?.

Fco. Javier Benítez Muñoz

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